(Eudald Ferré recoge el premio a la Innovacion en el Lenguaje de los Títeres. Foto Parque de las Marionetas)

He aquí la cuarta y última crónica de las realizadas sobre El Parque de las Marionetas 2022, el Festival de títeres y de teatro de feria que se realiza en Zaragoza durante las Fiestas del Pilar, y que este año de regreso a la normalidad tras la pandemia, ha vivido llenos espectaculares y se ha reafirmado como una de las manifestaciones titiriteras más relevantes de las que se realizan en nuestro país.

Hablaremos en este artículo de los siguientes espectáculos: Z, Las Aventuras del Zorro, de la compañía Eudald Ferré; La Biblioteca Imaginaria, del Teatro Arbolé; Mi Amigo el Dragón, de Títeres Sin Cabeza; la instalación Giravolta Titelles de Galiot Teatre, La Cabaña de Pepe, de Daniel Raffel; y el Circo La Raspa, que ha ocupado el Espacio Circo.

Z, LAS AVENTURAS DEL ZORRO, DE LA COMPAÑÍA EUDALD FERRÉ

Es con esta producción que Eudald Ferré ha recibido el Premio a la Innovación en el Lenguaje de los Títeres, que le ha otorgado el Parque de las Marionetas 2022. Un premio bien merecido, pues siendo Ferré un reconocido virtuoso del títere de guante tradicional oriundo de Valls, siempre en la modalidad técnica del títere catalán, han sido notorios sus esfuerzos por llevar al límite las normas de la tradición aplicando este principio que cada vez se está imponiendo más: el titiritero también es un actor, que puede salir siempre que quiera del retablo, cuando no prescindir directamente de él. Claro que para ello hay que ser buen actor, una condición que el de Valls goza no solo por su larga experiencia profesional sino porque recibió la obligada formación en su caso en el Institut del Teatre, donde se diplomó en Arte Dramático en el año 1992, en la especialidad de Títeres y Objetos.

Imagen de El Zorro: Eudald Ferré (izquierda) y Arnau Colom (derecha). Foto Parque de las Marionetas

A destacar, tal como explicó el mismo Eudald Ferré, que se trata de un premio compartido con los otros dos creadores de la obra y de esta nueva técnica o modalidad de manipulación: Lluís Graells, autor y director de la misma, y Luca Ronga, el otro manipulador en su primera etapa junto a Ferré. Los tres estuvieron desde el inicio en el proceso de creación del proyecto, siendo el fruto de muchas horas de discusión y ensayo.

Imagen de El Zorro. Foto Parque de las Marionetas

Espectáculos como Las Maravillas de Oriente, que giró con extraordinario éxito por todos los festivales del país, o los más recientes, como El Fauno, el Dragón y el DiabloSalidos de los Cuentos, o la misma La Pequeña Moby Dick, dan fe de esta voluntad de la compañía Eudald Ferré de ir siempre más allá, buscando un estilo propio en el que poder combinar el títere con otras disciplinas escénicas.

Pero es sin duda en Z, las Aventuras del Zorro, donde Ferré ha realizado su mayor apuesta de estilo, al plantear una obra realizada con el títere tradicional catalán pero sin retablo y con los vestidos acortados de los títeres, para acentuar todavía más la desnudez escénica de su envite. Lo ha hecho Ferré, como antes se ha indicado, con un equipo que siempre ha sido fiel a su labor indagadora: el titiritero italiano Luca Ronga, reconocido maestro de los Guaratelle, como partenaire en el escenario, y la dirección, autoría y dramaturgia del veterano Luís Graells, un gran especialista en el teatro de máscaras y profesor hoy de esta especialidad en el Institut del Teatre.

Imagen de El Zorro. Foto Parque de las Marionetas

Una pirueta estilística de gran riesgo, pues de algún modo era como lanzarse al vacío con solo el sostén de los títeres sacados de su espacio natural, el retablo, y con una escenografía de mínimos, lo justo e indispensable para que se pueda entender la historia contada. El otro sostén básico es, por supuesto, los cuerpos de los propios titiriteros, que actúan en su calidad de manipuladores, desdoblados en los diferentes personajes animados, pero bien marcada la separación entre uno y el otro, entre el titiritero y el títere.

Imagen de El Zorro. Foto Parque de las Marionetas

Por un lado, es como si se tratara de un teatro de máscaras pero con dos particularidades: las máscaras se han separado de los rostros del actor y se han convertido en títeres; por otro lado, se lleva al límite el principio de síntesis escénica tan propio del teatro de títeres, eliminando el mismo retablo, que se sustituye por dos estructuras abiertas que sirven para esbozar los espacios de la obra, usados asimismo para colgar en ellos a los títeres.

Imagen de El Zorro. Foto Parque de las Marionetas

La mayor dificultad del montaje, a mi modo de ver, ha sido lograr que los títeres, ‘desnudos frente al mundo’, tengan la fuerza suficiente para arrastrar a los espectadores en la historia propuesta, sin que una acción desbordada de los manipuladores, convertidos en actores, difumine su presencia. Para impedirlo, había que contener a los titiriteros, dejándolos en su estricto papel de técnicos animadores y dejar así espacio a los títeres para afirmar sus identidades. Cosa que hizo el director de escena, por supuesto. Aunque el peligro estaba entonces en que esta rotunda separación entre títere y titiritero pudiera vaciar de ‘alma’ al personaje, pues bien sabido que el alma de un títere es ese espacio sutil de intersección que existe, siempre invisible, entre el muñeco de madera y la persona que lo maneja -y/o lo contempla.

Imagen de El Zorro. Foto Parque de las Marionetas

Este difícil equilibrio entre estos dos polos fundamentales -títere y titiritero- ya se logró desde el día del estreno, con Luca Ronga y Eudald Ferré en el escenario, aunque siempre, a mi modo de ver, dejando visible su oscilación, lo que convertía el espectáculo en una obra de riesgo siempre al borde de la duda perceptiva.

Hoy, tras el rodaje obligado de la pieza, Z, Las Aventuras del Zorro ha llegado a su definitiva madurez para que los personajes entren directamente en el imaginario del espectador sin cortapisa alguna, logrando alcanzar el principal objetivo de la misma: que la desnudez, el vacío y la síntesis de la propuesta se impongan como un ejercicio de estilo que, lejos de distraer al público, lo atrapan desde el primero hasta el último minuto, con mucha mayor intensidad que si se presentara con retablo. La teoría titiritera de la síntesis puede de este modo verse realizada y cumplir su objetivo: ir al grano con más eficacia y sin los oropeles del ‘viejo teatro’.

Imagen de El Zorro. Foto Parque de las Marionetas

Actualmente, los dos manipuladores son Eudald Ferré i Arnau Colom, pues los compromisos de Luca Ronga en Italia le han impedido continuar con la aventura. Y debemos decir que aun sin la experiencia de Ronga, Colom no le va a la zaga, compensada esa carencia por su buen buen hacer escénico como actor, de modo que ambos titiriteros, en la actual evolución del espectáculo, han logrado alcanzar un grado de excelencia superlativo, borrando cualquier atisbo de la oscilación antes citada.

Imagen de El Zorro. Foto Parque de las Marionetas

Sobre la obra, ya comentada en otras ocasiones en Titeresante (ver aquí) y en Putxinel·li (ver aquí), no podemos más que alabar la inteligente economía dramatúrgica, por llamarla de alguna manera, de la que hace gala, complemento lógico e indispensable a la síntesis de su despliegue escenográfico, provisto de una simplicidad ejemplar. Es este ejercicio de síntesis estilística más el buen hacer de los dos actores-titiriteros, lo que dispara El Zorro a las cotas elevadas que hemos visto en el Parque de las Marionetas, una obra que desde la modestia se sube a los altos vuelos, motivo por el que ha recibido este premio tan acertado como merecido. ¡Felicidades!

LA BIBLIOTECA IMAGINARIA, DEL TEATRO ARBOLÉ

Fue un placer ver de nuevo este montaje del Teatro Arbolé, estrenado el 30 de marzo de 2022, a partir de un primer texto de Esteban Villarrocha, que luego la actriz Azucena Roda ha desplegado junto con Pablo Girón, los dos actores que la interpretan. Lo vi el día del estreno (ver aquí) y lo he gozado de nuevo en el llamado Escenario Infantil del Parque, dirigido a las familias.

Azucena Roda y Pablo Girón. Foto Parque de las Marionetas

Se unen en él dos vocaciones que en el Teatro Arbolé han sido complementarias, desarrollándose las dos a la par: el fervor por la lectura y los libros, que se ha traducido en todo el trabajo editorial capitaneado por el mismo Esteban Villarrocha, y la voluntad de juntar los títeres con el trabajo de actor, una línea estilística de la compañía que se ha desenvuelto sin renunciar al títere tradicional de cachiporra, con la acertada incorporación del héroe Pelegrín, comentado en nuestra primera crónica sobre El Parque y las Fiestas del Pilar 2022 (ver aquí).

Como decía en marzo, el gran acierto de la obra es haber combinado el trabajo actoral de los dos titiriteros con el recurso escénico del libro tridimensional o pop-up, convertido en la verdadera base del espectáculo, pues es de los libros de donde emanan literalmente las figuras y los personajes de los cuentos que se van desplegando en la mágica biblioteca de Leocadia.

Y quienes se encargan de disparar estas emanaciones imaginarias de los libros gigantescos de la mágica biblioteca, son los dos actores de Arbolé que ejecutan una labor realmente ejemplar.

Imagen de la Biblioteca Imaginaria. Foto Parque de las Marionetas

Espléndida Azucena Roda en su papel de bibliotecaria, dando voz a la extravagante Laura, la niña protagonista, cuya rareza no es otra que su gusto por la lectura y su irrefrenable deseo de visitar la biblioteca. Su dominio de la voz es extraordinario así como su capacidad de desdoblarse en los diferentes muñecos que anima.

Pablo Girón, por su parte, ejecuta magistralmente su papel de manipulador que debe estar sin estar, provisto de una contención a la vez tensa y distendida, una ambigüedad que como dije en su día, es lo más difícil de conseguir y que solo se alcanza con los años de experiencia y de saber escuchar; es decir, cuando se adquiere la maestría del oficio. Se trata de una posición contenida que debe hervir por dentro, pues en cualquier momento da voz a un monstruo, o a un personaje estrafalario y chillón, como ocurre con el cuento de Alicia y el personaje de la Reina, que Girón borda, visual y vocalmente.

Imagen de la Biblioteca Imaginaria. Foto Parque de las Marionetas

Mención aparte debe hacerse de la acertada factura de los títeres, diseñados por Julia Juárez y construidos por el equipo de Arbolé. Condicionados por los libros y por las escenografías en pop-up que surgen de sus páginas, los títeres se  incrustan a su contexto escenográfico con precisa organicidad: al estar todo justificado, no hay ni personajes, ni títeres ni escenas que chirríen o se salgan de marco.

Es así como los diferentes cuentos tratados, con títulos como Alicia, el Mago de Oz, El Principito o Peter Pan, se convierten en verdaderas plataformas desde donde los pequeños espectadores pueden despegar en sus viajes imaginarios en compañía de los personajes y de las geografías propuestas por cada cuento. Y siempre desde el humor y una inteligente ironía.

Imagen de la Biblioteca Imaginaria. Foto Parque de las Marionetas

Es un acierto este paso de las tres dimensiones a las dos dimensiones de los llamados títeres ‘planistas’, en los personajes que salen directamente del libro, como es propio que así sea, al estar bajo la presión de las hojas. Un recurso muy logrado en el cuento de Alicia y sus sucesivas transformaciones en los espacios marcados por las páginas del libro. Luego, cuando escapan del papel y se adentran en las ‘realidades imaginarias’ de cada historia, vuelven a tomar tridimensionalidad.

Imagen de la Biblioteca Imaginaria. Foto Parque de las Marionetas

Esta voluntad de animar a los niños a leer, que se encuentra en la base de los tres títulos complementarios creados por Arbolé (Veo LeoLeocadia y los ratones, y ahora La Biblioteca Imaginaria), encontró entre el público del Parque de las Marionetas una respuesta que hubiera encantado a su principal inspirador, Esteban Villarrocha Ardisa: no sólo siguió la obra con una gran atención, sino que se vio al final, por los fervorosos aplausos con los que premiaron a los actores, que los espectadores comulgaban plenamente con la tesis sostenida por la obra. Quizá lo que muchos consideran una utopía o un ideal de otros tiempos, el gusto por leer, no sea algo inalcanzable, sino un apremio que la digitalización no hace más que avivar. O tal vez me equivoco y me dejo  llevar por falsas ilusiones. En todo caso, los del Teatro Arbolé no se rinden ante el problema, y ojalá sigan en sus trece, defendiendo unas de las bases de nuestra civilización: los libros y la lectura.

MI AMIGO EL DRAGÓN, DE TÍTERES SIN CABEZA

Actuó en la Carpa Cabeza Parlante, la compañía zaragozana Títeres Sin Cabeza, que dirigen Alicia Juárez y Fernando Martínez. Presentaron en esta ocasión una muestra del último trabajo que se hallan realizando, centrado en un bonito argumento de alguien que un dia encuentra en el sótano de su casa a un pequeño dragón, que aun siendo pequeño, no deja de ser inmenso y con las necesidades propias de un cachorro que crece sin parar y que ingiere aún más carne y otros alimentos complementarios que un león.

Fernando Martínez y Natalia Artajona, Foto Parque de las Marionetas

Para ello, la autora y directora del montaje, Alicia Juárez, se sirve de dos personajes, Álex, el propietario de la casa en cuyo sótano aparece el pequeño feroz-amigable dragón, y una cartera que se introduce en la historia desde su profesión de repartidora de cartas.

Imagen de ‘Mi Amigo el Dragón’. Foto Parque de las Marionetas

En las funciones del Parque, actuaron Fernando Martínez y Natalia Artajona, el primero doblado también en el personaje de un policía provisto de un buen silbato, y la segunda en su papel de cartera. Mostraron los de Títeres Sin Cabeza un magnífico trabajo de actor ajustado a las necesidades de la historia, que mantiene siempre, en los veinte minutos de muestra, un ritmo impecable. Espléndidas las voces de Martínez interpretando a sus varios personajes, así comolas de Natalia Artajona.

Imagen de ‘Mi Amigo el Dragón’. Foto Parque de las Marionetas

Para los niños, un pequeño festín de imágenes tan divertidas como chocantes, con un personaje tan atractivo como lo puede ser un pequeño dragón, un animal que sin existir ya forma parte hoy en día del imaginario colectivo de los pequeños. No sería de extrañar que en un futuro no muy lejano salieran de los laboratorios varios modelos de esta nueva modalidad animal, algunos pensados como animales de compañía, otros para menesteres distintos, desde los del trabajo en el campo, la siderurgia, hasta los más fastuosos del teatro y la ópera.

Imagen de ‘Mi Amigo el Dragón’. Foto Parque de las Marionetas

Su condición de escupidores de fuego, profesión circense a más no poder, está recogida en el montaje de Títeres Sin Cabeza, con el consejo que Álex, el protagonista, pide a los bomberos sobre cómo tratar con el nuevo inquilino.

Imagen de ‘Mi Amigo el Dragón’. Foto Parque de las Marionetas

Una obra capaz de disparar la imaginación de los niños, ávidos de ver introducidos en sus cuentos a los nuevos personajes de ficción de nuestra época.

GIRAVOLTA TITELLES DE GALIOT TEATRE

Jordi Montserdà, director y alma de Galiot Teatre, montó su instalación Giravolta Titelles, una de las más hermosas que ha creado el titiritero e inventor de artefactos de Mollet del Vallès. Lo hizo en uno de los laterales del Parque de Las Marionetas, en un espacio abierto muy indicado para recibir a los centenares de espectadores que gozaron de su atracción.

Jordi Montserdà frente a su carrusel. Foto Parque de las Marionetas

Cumplía así el Parque su función de teatro de feria, con una propuesta que animaba a los niños a descubrir cuentos clásicos, mientras a la vez daban con los mecanismos que permiten mover a los personajes. Y todo con materiales reciclados provenientes de cucharas de cocina, molinillos de carne, grifos antiguos, herramientas de carpintero…

Imagen de Giravolta Titelles. Foto Parque de las Marionetas

Un carrusel muy original, en la línea creativa que nos tiene acostumbrado Galiot Teatre.

Imagen de Giravolta Titelles. Foto Parque de las Marionetas

 

CIRCO LA RASPA

En el espacio delimitado para Talleres de Circo, el Circo La Raspa se instaló en este caso para trabajar conjuntamente con los espectadores, mostrando cómo se hace eso de ser cómicos y trabajar en un circo.

Imagen del Espacio Circo. Foto Parque de las Marionetas

Los dos clowns Richi Di Chous y Torri Di Chous, tras cuyos nombres artísticos se esconden las personas de Ricardo Ariño Mur y Román Mometón Tomás, son dos artistas de gran nivel, uno más centrado en los malabares y el otro en la disciplina de la contorsión, con números de gran altura que despertaron la admiración del público y sus aplausos entusiasmados. Los vi el año pasado con su espectáculo Freack Show (ver aquí).

Imagen del Espacio Circo. Foto Parque de las Marionetas

Pudieron así niños y mayores gozar de su sentido del humor y sus gags siempre hilarantes, mientras aprendían en el Taller de Circo cosas que en las escuelas no suelen enseñarse.

LA CABAÑA DE PEPE, DE DANIEL RAFFEL

Paseando por entre el público que llenaba el Parque de las Marionetas, estuvo el treatillo ambulante o Cabaña de Pepe de Daniel Raffel, un titiritero histórico que regresaba a Zaragoza tras un largo período de ausencia. El artista vive establecido en Castres, en el sur de Francia desde 1981, integrando la compañía “Théâtres de Marionnettes”, fundada por Rusé Ferré y Daniel Raffel. Sus producciones se presentan en el marco de festivales de artes y espectáculos de calle en Francia y en todo el mundo.

La Cabaña de Pepe. Foto T.R.

Como ya dije una vez en un texto publicado en Titerenet: ‘…Pepe, el muñeco que habita en el teatrillo, se dirige al público con una voz dulce o impertinente realizada a través de una lengüeta suave y muy agradable de escuchar. Su principal cometido es hacer un retrato de alguno de los espectadores, que realiza muy real y acertadamente con lápices de colores sobre papel. El personaje seduce de inmediato a niños y mayores, y es muy divertido ver como señoras de una cierta edad se dirigen tan tranquilas a Pepe hablándole de tú a tú y siempre con cariño. Imágenes sin duda que nos remiten a tiempos antiguos y a otras formas de espectáculo, que el titiritero Raffel invoca con su cabaña’.

La Cabaña de Pepe. Foto T.R.

En el Parque de las Marionetas volvió a encandilar a los peques y especialmente a los mayores, moviéndose por el entorno con la libertad que le da el hecho de ser Pepe, el artista de la Cabaña ambulante.

 

La Cabaña de Pepe. Foto T.R.